Cartografías de lo Sumergido

Autora: Maia
Técnica: Ilustración digital
Dimensiones: 30 x 25 cm c/u

“Cartografía de lo sumergido”, parte de una pregunta por la relación crítica entre paisaje, memoria y desaparición: ¿qué queda cuando el agua cambia, desborda o reconfigura el territorio? Esta obra explora la huella y la memoria de los territorios desplazados y transformados por el cauce de un río. Cada una de las cuatro piezas alude a un gesto de pérdida y transformación, cartografiando lo que ha sido arrastrado y, a la vez, guardado.
El Río como Archivo: La Huella y el Dispositivo de Censura
Más que la representación de una catástrofe, la serie propone una lectura simbólica del río como un archivo vivo. El archivo no es un mero lugar de conservación, sino un dispositivo de consignación que ejerce poder: aquello que se consigna es lo que se autoriza, y aquello que se oculta es lo que se censura. El río, en este contexto, actúa como un gran depositario que simultáneamente guarda y silencia.
Esta tensión entre la memoria visible y la censura es el núcleo de la obra:
La Huella Sumergida y el Testigo Silente:
En piezas como “El testigo silente”, el paisaje lineal del río superpuesto a un mapa urbano y la figura humana solitaria, evidencia cómo el archivo natural (el cauce) se impone sobre él archivo social (el mapa). La cruz y la figura actúan como monumentos mínimos, la huella de una existencia que la fuerza del río ha sumergido, pero cuya memoria permanece latente. El archivo fluvial, al depositar sedimentos y hacer desaparecer infraestructuras, impone una censura activa sobre la toponimia original del territorio, relegándola al silencio.
El Residuo Inamovible:
La ilustración “La casa que fue orilla” cristaliza este conflicto. La casa —símbolo de arraigo, identidad y permanencia— es el residuo que el río no logró arrastrar del todo. Es la prueba de un desplazamiento, un elemento que resiste al poder de borrado del archivo oficial. Su reflejo incompleto y su posición aislada en el nuevo territorio acuático representan la dificultad de la memoria por re-acceder a un pasado que ha sido archivado (sumergido) por la fuerza de la naturaleza reconfigurada o manipulada.
La serie “Cartografía de lo sumergido” es, por lo tanto, un ejercicio de contracartografía. Es una invitación a mirar lo que yace bajo el agua, a reconocer el movimiento del río no solo como destrucción, si no como un movimiento de inscripción que, al trazar nuevos mapas, nos exige la labor de nombrar lo que el archivo silente ha intentado ocultar. En este gesto de reconocimiento radica la posibilidad de recomponer la identidad y el territorio.